EL repunte del paro en España durante el mes de noviembre en un 1,5% ha podido oscurecer los datos del empleo en nuestro país, aunque su reducción interanual en un 3,4% ofrece una imagen más ajustada al verdadero significado que las tasas actuales tienen para la economía española. Es cierto que, tal y como el ministro Jesús Caldera indicó ayer, el empleo en España está alcanzando niveles análogos a la media europea, pero aun así el dato negativo del pasado mes no debería ser despachado por el Gobierno con la autosatisfecha conclusión de que el incremento del paro responde a causas de estacionalidad, sin más. En cualquier caso, también resulta exagerado concluir, como ha hecho el PP, que las cifras publicadas ayer indican una «pérdida de dinamismo del empleo en España». De los tres indicadores que tradicionalmente han venido lastrando el desarrollo económico de nuestro país, inflación, déficit exterior y tasas de empleo, ha sido este último el que ha conseguido repuntar para situarse en niveles tan apreciables que por sí mismo está siendo capaz de activar el consumo y de convertirse, a la vez, en efecto y causa de la buena marcha de nuestra economía. Baste tener en cuenta que el empleo generado ha logrado integrar los puestos de trabajo perdidos en el sector primario y en el industrial, y que, además, ha incorporado a un creciente número de personas al mercado de trabajo provenientes de la inmigración.
Sobre esas bases, la economía española está en condiciones de aspirar a una creciente cualificación del empleo disponible. No obstante, la política de empleo se encuentra ante el desafío de conjugar la deseable estabilidad en los puestos de trabajo con la flexibilidad competitiva que requieren las cláusulas contractuales. El gran reto que deben afrontar el Gobierno y los agentes sociales radica, precisamente, en conseguir un esquema de contratación que fomente el empleo estable y de calidad, pero sin llegar a imponer condiciones y dificultades que desanimen la contratación. Conviene recordar que todos los obstáculos que se pongan a la salida del mercado laboral de los actualmente empleados se convierten automáticamente en barreras a la entrada en él de los jóvenes que lo demandan.
Fuente: http://www.ideal.es/jaen/prensa/20061205/editorial_jaen/
empleo-calidad_20061205.html
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