domingo, 22 de abril de 2007

Un servicio de empleo exitoso

La Escuela de Ingeniería del Goierri cuenta con un índice de empleabilidad del 100%
Un servicio de empleo exitoso

ORDIZIA. DV. La Escuela de Ingeniería del campus de Ordizia (Mondragon Unibertsitatea) dispone de un un Servicio de Empleo, que en este momento no cuenta con ningún candidato o titulado, en busca, o a la espera, de un puesto de trabajo.

La estrecha relación que desde sus orígenes mantiene la Escuela Profesional del Goierri con las empresas de la comarca, en ese foro de encuentro que representa la Fundación, y una dimensión o tamaño del centro que permite conocer perfectamente las cualidades y habilidades de los alumnos, posibilitan no sólo que los propios alumnos encuentren un puesto de trabajo nada más terminar sus estudios, sino que las empresas agradezcan y valoren la posibilidad de conseguir ese ajuste fino al perfil del candidato que solicitan.

Juan Urteaga, responsable del servicio o bolsa de empleo del centro, destaca que de los estudiantes de las cuatro promociones que, hasta el momento, han terminados sus estudios en la Escuela de Ingeniería y han optado por incorporarse al mercado de trabajo, la empleabilidad es del 100%. A este respecto, Urteaga añade, que «no hay que olvidar, que todos los alumnos que concluyen sus estudios en el campus de Ordizia optan por empezar a trabajar sino que existe un número destacable que se decanta por realizar la Ingeniería Superior, en Mondragón».

El responsable del Servicio de Empleo apunta que, a este respecto, las universidades juegan, a menudo, con sus estadísticas. Por un lado, reseña, «está el índice de empleabilidad, pero por otro ese indicador al que nosotros le damos tanto valor o más y es el que se refiere a a calidad del empleo». Hay muchos universitarios, relata, que no trabajan en aquello para lo que estudiaron y otros que suman trienios o quinquenios y no consiguen mejorar sus condiciones laborales.

En nuestro caso, subraya Juan Urteaga, contábamos con la experiencia de la bolsa de trabajo que siempre ha acompañado a la FP, bolsa y servicio que ampliábamos con la creación de la Escuela de Ingeniería.

«Nuestra estrecha relación con el entramado industrial, expone Urteaga, nos permite ir acomodando la propuesta formativa del centro a sus necesidades. Las empresas son las que marcan el norte y las que sin duda van por delante».

Empresas a las que a la hora presentar un candidato que se ajuste al perfil que requieren, valoran el hecho de haber convivido, aquí en el centro, con los alumnos y por lo tanto, el de conocerles perfectamente.

Jesús Mari Gaztañaga, director de la Escuela de Ingeniería reseña que en general, la Universidad es reacia a los cambios y a muchas les cuesta ponerse al día.

Ajustado a la empresa

«En nuestro caso, dice, debido al contacto permanente con las empresas, somos conscientes de lo que demandan y en ello estamos».

Ya no vale, enfatiza el director, «la formación tradicional y clásica, centrada en los contenidos. Para las empresas el conocimiento en la materia por parte de un ingeniero se le supone. Donde ponen el acento es: en el conocimiento de idiomas, fundamentalmente inglés, disponibilidad para viajar al extranjero, lo que a su vez requiere capacidad para trabajar en equipo, digamos que con gente de culturas diferentes o por lo menos distintas a la tuya, liderazgo, y capacidad de comunicación».

Actualmente, cada vez más, un candidato a ocupar un puesto de ingeniero que no acredite conocimiento del inglés y además, un mínimo de experiencia en el extranjero de 6 meses, queda de salida descartado. Nosotros, apostilla, «estamos trabajando ya en este formato».

Por más o menos tiempo, Nagore Arruabarrena, natural de Villabona y Bittor De Marcos (Ordizia) son dos de los últimos alumnos que han estado adscritos a este servicio.

El de Nagore, indica Juan Urteaga, representa un caso curioso, al que una serie de circunstancias le ha llevado a ocupar el record de tardanza o espera a la hora de encontrar un puesto de trabajo, que ha sido de tres meses. Luego, comenta Nagore, «recibí dos ofertas a la vez». Desde primeros de años trabaja en la empresa Teurema, de Errenteria.

Nagore Arruabarrena, quizá sin pretenderlo se adelantó a los nuevos tiempos y nada más terminar el bachillerato pasó un año en Estados Unidos.

De regreso, pasó a formar parte de la minoría femenina que tradicionalmente opta por enrolarse en una ingeniería. Opción académica en la que además no le hace ascos a ninguna de las ramas tocante con la producción.

Yo, comenta, «no me veo 8 horas en una oficina dibujando en Autocad. Prefiero lo que estoy haciendo, un trabajo en grupo, que gestiona personas, máquinas, tiempos, mercancía que entra y sale».

Bittor De Marcos pertenece al grupo de los atípicos. Expone que estudió Biológicas y que al terminar le costó Dios y ayuda encontrar trabajo que, finalmente halló en un laboratorio. A continuación realizó un máster en Gestión y tecnología del agua, curso, indica, que unía o aunaba la biología y la ingeniería, opción académica que me gustó por lo que me matriculé en el Goierri.

Al terminar ingeniería en el campus de Ordizia le ofrecieron un puesto de trabajo en la empresa de Oñati; Hijos de Juan de Garay, y dado que su novia es de allí, aceptó.

Y estando tan cerca de Mondragón, Bittor comenta que se ha animado a hacer la Ingeniería Superior, y «aunque no acudo a clase porque me resulta imposible, voy haciendo cosas».

La mayoría de las empresas de la comarca, concluye Jesús Mari Gaztañaga, acaban de hacer la correspondiente reflexión y han llegado a la misma tesitura. «Si queremos seguir viviendo de ésto, crecer no es una opción sino una obligación. En consecuencia, se hallan inmersas en una fase de expansión con la vista puesta en el mercado mundial, sus retos y exigencias. Nuevo y cambiante escenario para el que nosotros estamos en condiciones de brindarles el equipo humano que requieren».

http://www.diariovasco.com/prensa/20070422/tolosa/servicio-empleo-exitoso_2 0070422.html

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