sábado, 7 de abril de 2007

Formación, competitividad y empleo

MANUEL CAPELLÁN PÉREZ

Parece que hay un acuerdo general en que tenemos que ser competitivos para generar empleos de calidad en un momento en que los mercados globalizados permiten a los consumidores disponer de más productos a precios cada día más asequibles. La competitividad exige diseñar nuevos productos, innovar procesos, invertir en equipamientos, disponer de una red de distribución eficaz, pero, sobre todo, contar con un capital humano capaz de rentabilizar ese esfuerzo y con una actitud positiva hacia el cambio. Unas exigencias de capital humano que no se refieren sólo a los trabajadores, sino que incluyen también la capacidad de los órganos directivos para organizar y poner en valor el talento de las personas.

Los sistemas de Formación Profesional son los principales instrumentos para la acumulación de capital humano, que es un elemento clave de la competitividad, del crecimiento económico y de la mejora sostenida de la calidad de vida, pero también un factor esencial de cohesión social. La formación (entendida en su sentido más amplio y no sólo ligada a la formación inicial de nivel no universitario) se convierte en un elemento estratégico de la economía, por lo que todas las comunidades autónomas han puesto en marcha Consejos de Formación Profesional para que la Administración, los agentes económicos y sociales y expertos independientes se pongan de acuerdo en las líneas básicas de actuación en este campo.

El Consejo Asturias de la Formación Profesional, constituido en octubre de 2001, envió al Gobierno el Plan Regional de Formación Profesional 2003/2006, que ha guiado las acciones en esta materia en el período citado. En estos cuatro años se han desarrollado interesantes políticas en este campo, pero me gustaría destacar tres particularmente importantes: la creación de una Dirección General de Formación Profesional (caso único en España), que gestiona los tres subsistemas de Formación Profesional y, en consecuencia, garantiza la coherencia de las planificaciones formativas, la mejora del Observatorio de las Ocupaciones del Servicio Público de Empleo, que permite conocer mejor el comportamiento del mercado de trabajo y las necesidades futuras, y la puesta en marcha de una red de centros integrados de Formación Profesional, que serán referentes de su familia profesional y que son el germen de una red que debe incluir centros de cada uno de los sectores productivos más dinámicos y de futuro de la región.

Las actuaciones desarrolladas han permitido que, en un contexto de decrecimiento demográfico, en el que los alumnos en el cuarto curso de Educación Secundaria Obligatoria han descendido un 26% desde el año 2000, los alumnos de los Ciclos Formativos de Grado Medio apenas hayan sufrido un descenso del 5%, debido al cambio de flujo experimentado al finalizar la Enseñanza Secundaria Obligatoria, consecuencia del prestigio que la actual Formación Profesional ha adquirido debido a sus elevadas tasas de inserción laboral.

La buena consideración de la Formación Profesional de grado superior también se refleja en la demanda de estos estudios, a los que acceden más del 40% de los alumnos que inician estudios superiores (Universidad, Formación Profesional de Grado Superior, Música, Danza, Arte Dramático y Artes Plásticas y Diseño).

Asimismo, mientras el número de demandantes de empleo ha descendido en el período de referencia un 10%, los alumnos de Formación Ocupacional se han mantenido en el entorno de 22.000 alumnos/año, lo que supone que la tasa de cobertura ha ascendido cinco puntos, desde el 38 hasta el 43%, concentrándose en el nivel 2 de cualificación, que es el que más déficit presenta en cuanto a cualificación inicial.

El pasado día 15, el pleno del Consejo de Asturias de la Formación Profesional (en el que están representados Administración, Federación Asturiana de Empresarios, Unión General de Trabajadores, Comisiones Obreras, expertos independientes de reconocido prestigio, Federación Asturiana de Concejos, Federación de Asociaciones de Padres y Consejo Escolar del Principado de Asturias) ha aprobado, por unanimidad, la Propuesta de plan Regional de Formación Profesional para el período 2007/2010. Estamos, pues, ante un documento que, como el anterior, guiará la política del Gobierno regional en esta materia.

Creemos que es un plan realista y concreto que pretende ofrecer una respuesta eficaz a los requerimientos de los ciudadanos y del mercado de trabajo asturiano, de forma que se atiendan convenientemente las demandas del sistema productivo, para lo que es necesario organizar el sistema y dotarlo de los recursos adecuados para su desarrollo. En este sentido planteamos cuatro ámbitos prioritarios de actuación:

Consolidación de un Sistema Integrado de Formación Profesional.
Mejora continua de la calidad del sistema.
Innovación y uso de nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC).
Fomento de la formación permanente de los ciudadanos.

El primer eje de actuación contempla diferentes ámbitos: comisiones sectoriales de Formación Profesional para facilitar la interlocución de los agentes sociales, reconocimiento y acreditación de competencias adquiridas fuera de sistemas formales que pueden capitalizarse para la obtención de títulos y certificados y continuar avanzando en los sistemas de orientación y en la convergencia de las redes de educación y empleo, como ya se ha hecho en los últimos cuatro años.

La orientación debe proporcionar información clara y transparente del comportamiento del mercado, de la estructura ocupacional, de las demandas y de la evolución de las mismas. Sin embargo esto no es suficiente para que los intereses de los ciudadanos coincidan con las necesidades del mercado. Hay sectores que no resultan atractivos para los trabajadores, y por tanto convendría reflexionar acerca de cómo mejorar su imagen en un contexto de fuerte decrecimiento demográfico y de cómo incentivar, desde los sistemas de formación, la adquisición de las competencias profesionales demandadas para atender sus necesidades de cualificación, especialmente en aquellos en los que es más complicado el relevo generacional, debido al envejecimiento de la población ocupada.

El segundo eje se refiere a la mejora de la calidad del sistema de Formación Profesional, incidiendo en aquellos factores que se consideran básicos, como la formación permanente de gestores y profesores, la mejora de instalaciones y equipamientos, la implantación de modelos de gestión de calidad en los centros y la evaluación externa del mismo.

La innovación tecnológica constituye, desde hace años, un factor decisivo en la modificación de los contextos productivos, laborales y sociales, pero también abre un buen número de posibilidades a la didáctica de la Formación Profesional y al uso de las tecnologías de la información y la comunicación para facilitar el acceso y el diseño de itinerarios formativos personalizados. Además, la innovación también puede contemplarse desde la óptica de intensificar canales de colaboración con las empresas, o el fomento de la cultura emprendedora.

Por último, el objetivo marcado por el Consejo de Europa de Lisboa, «convertir a Europa en la economía basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo...», supone la incorporación al aprendizaje permanente de toda la población activa y, en consecuencia, es necesario considerar recursos formativos y formas de acceso que posibiliten dicho objetivo.

En resumen, creemos que esta propuesta consensuada con empresarios y sindicatos puede dar respuesta a las necesidades de ciudadanos y del sistema productivo mejorando el capital humano de la región y facilitando la competitividad de las empresas y, por tanto, la cantidad y calidad de los puestos de trabajo, objetivo último de estas acciones.

Manuel Capellán Pérez es Presidente del Consejo de Asturias de la Formación Profesional

http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pNumEjemplar=1599&pIdSeccion=52&pId Noticia=509004

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