El sistema financiero español está teniendo el momento de mayor de crecimiento en su estructura comercial de toda su historia. Los bancos, las cajas y otras entidades contrataron a más de 9.000 personas en 2006.
El sistema financiero español está viviendo lo que posiblemente sea el momento de mayor bonanza de toda su historia. No sólo en beneficios –más de 25.000 millones de euros en 2006, un 31% más–. También en crecimiento de red comercial y de empleo. Según los últimos datos publicados por el Banco de España, a diciembre de 2006 bancos, cajas de ahorros y otro tipo de entidades financieras –como las cooperativas y el organismo estatal ICO–, sumaban 263.682 empleados. Esta cifra es un récord histórico que eclipsa incluso el tamaño de la banca española cuando aún no había empezado la informatización del sector –en los años ochenta– ni los fuertes procesos de reestructuración hacían estragos –a finales de los años noventa–.
En el último año, el sector contrató un volumen neto de empeados de 9.271, lo que supone otro récord, al menos desde que existen estadísticas oficiales al respecto –desde los años setenta–. Aunque de años anteriores no hay datos, hay motivos suficientes para pensar que es muy improbable que se dieran tales niveles de crecimiento. La estructura de los bancos permaneció bastante estable durante décadas antes de la democracia. Además, las cajas, que han sido las verdaderas máquinas de creación de empleo no empezaron su gran expansión hasta los años ochenta –ver gráfico–. Solamente en 2006, por poner un ejemplo, las cajas contrataron a más de 6.000 empleados, frente a los 2.000 de los bancos. La evolución del empleo ha coincidido con un periodo de enorme expansión de la red de ventas, entre otros factores por el enorme tirón de las cajas –que cada vez salen más de sus territorios de origen– y porque los bancos, definitivamente, han dejado atrás la estrategia de racionalizar estructura en la que se sumergieron con las fusiones –Banco Bilbao con Vizcaya y después con Argentaria; Central con Hispano, y después con Santander, entre otras–.
En 2006, el sistema financiero español abrió 1.7171 sucursales nuevas, y llegó a las 43.788. Además de ser un récord histórico en volumen total de oficinas, también se marca un hito en cuanto a número de aperturas. Hay que remontarse a 1982 –25 años– para encontrar un volumen anual más alto de apertura de sucursales –2.047–. En 1982, España –impregnada de acontecimientos como el Mundial de Fútbol y el primer gobierno del PSOE– iniciaba un vertiginoso proceso de modernización de la economía. La voracidad de la banca al abrir oficinas y crear empleo es paralela a la marcha del país, lo que hace preguntarse hasta qué punto es sostenible en momentos de ralentización. La fiebre ha sido tan alta que ha hecho de la red financiera española la mayor de Europa, lo que añade otra pregunta: cómo rentabilizarla –ver información adjunta–.
La exigencia de rentabilizar la red más tupida de Europa
Una de las primeras cosas que salta a la vista paseando por una ciudad española es la impresionante cantidad de oficinas bancarias a pie de calle. Esta tupida presencia destaca aún más si se compara con la situación de los otros países europeos. Los números confirman esta impresión visual, ya que la red española, con más de 43.000 sucursales, supera incluso a la alemana, que cuenta con cerca de 40.000.
El predominio español se hace aún más evidente si se considera el número de oficinas por habitante: con 9,6 oficinas por cada 10.000 habitantes, España supera en 2,45 veces la media europea, según un estudio realizado por Deloitte y relativo a 2004. Una situación parecida se presenta al medir los cajeros por cada 1.000 habitantes: en España hay 1,3, más de dos veces por encima del promedio europeo. Estas diferencias parecen incluso destinadas a profundizarse, porque mientras en España los bancos han cambiado de estrategia y se han sumado a las cajas en el proceso de expansión de su red física, en la mayoría de los otros países europeos la tendencia es la de cerrar sucursales.
Distribuición
El apego del ciudadano español a las oficinas -la cercanía de la sucursal sigue siendo el primer criterio de elección de una entidad financiera- provoca que en este país incluso algunos bancos por Internet (ING) o financieras de crédito a distancia (Banco Sygma) se planteen abrir establecimientos.
Pero todo tiene su coste, y muchas entidades están llegando a la conclusión de que para rentabilizar semejante red hay que ampliar sus horarios de apertura. Francisco González, presidente de BBVA, es uno de los mayores defensores de la necesidad de abrir las oficinas por la tarde, pero no es el único. Ángel Ron, presidente de Popular, también anunció la pasada semana que el banco está a punto de abrir por la tarde unas 30 oficinas en las zonas más comerciales. En total, abrirá unas 200. Además del horario, también hay quien se plantea ampliar el abanico de productos que se distribuyen a través de las sucursales. Popular, por ejemplo, ha hablado de la posibilidad de vender, entre otros, productos de telecomunicaciones. Banesto, por su parte, abrió algunas sucursales a medianoche del 22 de marzo para entregar a sus clientes las primeras PlayStation 3 del mercado español.
Fuera de los confines nacionales
La fiebre de apertura de oficinas de la banca española no se limita al territorio nacional. Los bancos, y aún más las cajas, han retomado el proceso de creación de sucursales en el extranjero, que habían interrumpido en los primeros años de esta década. Al cierre de 2006, las entidades españolas contaban con 97 sedes operativas fuera del país, frente a las 92 de 2005. Se trata de la cifra más alta desde 1999, cuando el número alcanzaba las 115 sucursales.
El proceso expansivo se detecta también en las oficinas de representación, que al cierre del pasado ejercicio sumaban las 129 unidades. Sin embargo, en este segmento bancos y cajas están siguiendo trayectorias diferentes. Los bancos apenas sumaron una sucursal de representación en 2006, hasta las 81, mientras que las cajas añadieron siete a su red, hasta las 48. Estas entidades, además, han estado abriendo oficinas de representación de forma constante en la última década –en 1998 sólo tenían 29–, mientras que los bancos han retrocedido desde las 137 que tenían en aquella fecha.
Del oficinista al comercial
Las oficinas bancarias se parecen cada vez menos a lo que eran. Su diseño es más estilizado y, a primera vista, se percibe que hay menos personal. Esta última impresión, sin embargo, es engañosa. En 2000, el ratio de empleados por oficinas se situaba en 6,69. Seis años después, al cierre del pasado ejercicio, esta relación tan sólo había bajado a 6,02 trabajadores por sucursal. ¿Qué es, entonces, lo que ha cambiado? La principal transformación está en las funciones del personal. Antes, mucha parte de la plantilla era absorbida por las tareas de back-office –papeleo, administración, prácticas burocráticas–. Hoy en día, los avances de la informática permiten que se necesite mucho menos personal para realizar estas tareas. Pero la feroz competencia entre entidades provoca que éstas necesiten más fuerza comercial para vender. De ahí que la banca reemplaza a los oficinistas con los comerciales –y a los informáticos,– ya sea mediante despidos y nuevas contrataciones, ya sea reciclando a parte de su plantilla.
http://www.expansion.com/edicion/expansion/empresas/banca_y_cajas/es/desarr ollo/853872.html
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