Más del 70% de las pymes españolas reconoce que la investigación y el desarrollo (I+D) no forma parte de su estrategia.
BORJA VILASECA
Para poder competir en el mercado global, "a la empresa española no le queda más remedio que innovar". En los últimos años, ésta ha sido una de las afirmaciones más reiteradas por los portavoces de la realidad empresarial. Sin embargo, más del 70% de las pymes reconoce que la innovación no forma parte de su estrategia actual, según el Centro de Investigaciones Sociológicas. La Unión Europea, por su parte, quiere que la inversión de proyectos de innovación alcance el 3% del PIB de sus países miembros. Para entonces, España -que ahora mismo destina el 1,13%- sueña con haber alcanzado el 2%, según el Instituto Nacional de Estadística. Los expertos señalan la necesidad de concentrar las inversiones en investigación y desarrollo (I+D) y mejorar la transferencia tecnológica entre universidad y empresa. El año pasado, el CDTI aprobó 1.032 proyectos innovadores, concediendo subvenciones y créditos sin intereses a empresas por valor de 802 millones de euros.
Uno de los principales argumentos de muchos pequeños y medianos empresarios españoles para no innovar suele ser la falta de presupuesto. Pero como suele decir el famoso empresario e informático Steve Jobs, presidente de la multinacional Apple, "la innovación no tiene nada que ver con cuántos dólares te gastas en I+D; no es cuestión de dinero, es cuestión de personas".
Por mucho que se haya hablado de este tema en foros, debates y conferencias, la mayoría de pymes -que representan el 98,8% del total de empresas- todavía cree que el afán de innovar es patrimonio exclusivo de las grandes corporaciones. Algunas incluso desconocen su verdadero significado. Según el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, que en 2005 realizó un informe sobre el tema, "la innovación consiste en la implementación con éxito de un producto o proceso nuevo (innovación radical) o significativamente mejorado (innovación incremental) en el mercado o en la empresa".
Las patronales son conscientes de la creciente importancia que está cobrando la innovación y, en la medida de sus posibilidades, están contribuyendo a que ésta se convierta en el leitmotiv de cada vez más empresas. Entre otras ventajas, la innovación "estimula la productividad y la competitividad, reduciendo el precio de los bienes y servicios finales" ofrecidos por las compañías a los consumidores, sostiene Carlos Ruiz, jefe del gabinete económico de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme).
En su opinión, si no se lleva a cabo este proceso, imprescindible para "generar mayor valor añadido", algunos sectores corren el riesgo de ser devorados por la invasión de productos y servicios de bajo coste, procedentes de países emergentes como China e India.
Debido a esta urgencia, "España tiene que empezar a espabilar si no quiere terminar siendo un país dedicado solamente al turismo y la hostelería", afirma Josep Valor, profesor del departamento de sistemas de información y director de personal científico e investigación del IESE. En su opinión, este país podría "impulsar cualitativamente sus esfuerzos en innovación si concentrara sus proyectos de inversión, que ahora mismo están demasiado dispersos, tanto geográficamente como por ramas de especialización".
Transferencia tecnológica
Para Valor, "la falta de masa crítica provoca muchas veces que la buena intención de la mayoría de proyectos no acabe materializándose en logros concretos que mejoren los productos y servicios de las empresas españolas". Y no sólo eso: a su juicio, otro de los frenos a la innovación es "la escasa transferencia tecnológica entre los avances cosechados por el mundo universitario y el sector empresarial". Lo cierto es que solamente el 5% de las pequeñas empresas del sector industrial que innovan lo hacen a través de estos centros, frente al 11% registrado en el conjunto de la UE, según un estudio realizado en 2005 por el Centro de Economía Industrial.
La universidad, por su parte, intenta generar mayores y más sólidos acuerdos de cooperación con las empresas, "de manera que se potencie el progreso tecnológico de los sectores productivos a través de la transferencia de los resultados obtenidos", afirma Valentí Guasch, director del centro de transferencia de tecnología de la UPC, que el año que viene percibirá unos ingresos de alrededor de 29 millones de euros en concepto de cesión de conocimientos al ámbito empresarial, un 16% más que este año.
Entre las instituciones públicas que promueven la innovación entre las pymes destaca el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), cuyas aportaciones cubren hasta el 60% del presupuesto total de los proyectos presentados. Esta línea de financiación, apta para cualquier empresa de cualquier sector, oscila entre los 150.000 euros y varios millones de euros.
El requisito esencial para obtener las subvenciones o créditos sin intereses del CDTI es que las compañías dispongan de suficiente capacidad técnica para desarrollar sus proyectos, así como recursos suficientes para sufragar, al menos, el 30% de los mismos.
Las empresas interesadas tienen que presentar un breve informe de su proyecto innovador -reflejando sus características técnicas más destacables, así como su viabilidad comercial- a través del sistema de gestión de solicitud de ayudas (www.cdti.es). A partir de ahí, este organismo se compromete a estudiar el proyecto para determinar si cumple con el nivel de calidad exigido y si su contenido se adapta a las líneas generales de la política tecnológica del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio. Para este ejercicio, el CDTI gestiona unos fondos próximos a los 1.800 millones de euros.
http://www.elpais.com/articulo/servicios/Innovacion/sueno/cuesta/hacer/real idad/elpeputec/20070527elpnegser_8/Tes
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