Bruno Pérez
"Hijo, si quieres tener un futuro, lo mejor que puedes hacer es ir a la Universidad". Es imposible calcular cuántos cientos de miles de jóvenes han podido escuchar esta frase de labios de sus progenitores. Desde que la caída del franquismo democratizara también el acceso de los jóvenes españoles a la enseñanza universitaria, obtener una titulación se convirtió en el subconsciente colectivo de los españoles en el pasaporte para una vida mejor.
Sin embargo, años después, la apuesta estratégica realizada en su día por toda una generación se ha revelado como errónea a la luz de los datos. Según un estudio realizado por Comisiones Obreras, a partir de los datos obtenidos de las estadísticas oficiales, en España hay 2.643.000 personas con una titulación superior que no han encontrado un empleo acorde con su nivel formativo.
La mitad no trabajan 'en lo suyo'
No todos han optado por el mismo camino; 879.000 han bajado los brazos y directamente han decidido salir del mercado laboral; 349.000 esperan en el paro la llegada de una oportunidad laboral; y 1.370.000 -alrededor de la mitad- han preferido trabajar pese a todo, aunque sea en un puesto que requiera una formación inferior.
En opinión del sindicato, no se trata de una simple circunstancia derivada de las pulsiones propias de la oferta y la demanda del mercado de trabajo, sino que es un peligroso desajuste que responde a unas causas determinadas y que tiene importantes consecuencias.
Las causas
Principalmente, la errónea elección del modelo con el que el país ha decidido crecer. La dependencia económica de actividades intensivas en mano de obra que no requieren una elevada cualificación ha dejado fuera del mercado laboral a una importante bolsa de universitarios, en lo que CCOO califica como un auténtico "despilfarro de talento y recursos humanos". Un despilfarro con consecuencias... y muy importantes.
Por ejemplo, la negativa evolución de la productividad, determinada porque el empleo ha basculado hacia actividades de bajo valor añadido. También la desmotivación y posterior salida del mercado de trabajo de cerca de un millón de trabajadores llamados, por su formación académica, a empresas mucho más importantes.
Consecuencias, además, para la estabilidad económica del sistema público de protección social. Envueltos en un modelo de salarios bajos y bajas cotizaciones, la Seguridad Social se encuentra con que el poderoso flujo de entrada de afiliaciones no se ha correspondido con unos ingresos financieros equivalentes.
Una visión diferente
Los empresarios tienen una lectura diferente de la situación. La patronal del sector del metal, Confemetal, reveló en fechas recientes que el sector industrial no encontraba trabajadores cualificados para cubrir las necesidades de un segmento productivo en plena expansión y que por ello tenían que recurrir a la mano de obra extranjera.
Su diagnóstico es que el sistema educativo no se ha preocupado de proporcionar el perfil de trabajador que necesitan las empresas y que eso genera desajustes.
Para Comisiones Obreras, este planteamiento oculta una parte importante de la realidad. Por ejemplo, que hay muchos parados que no aceptan un empleo porque consideran que no se ajusta a las condiciones salariales que merece ese puesto, no porque crea que no pueda desempeñarlo correctamente. "Debemos contrarrestar la idea de que falta mano de obra cualificada, si lo que hay detrás es sólo un deseo de que ésta sea más barata".
Las cifras son, desde luego, demoledoras. Uno de cada cinco parados es un titulado; y uno de cada tres titulados que tiene un empleo está trabajando en un puesto de baja cualificación.
http://www.eleconomista.es/economia/noticias/226009/06/07/Espana-despilfarr a-talento-26-millones-de-titulados-no-tienen-un-empleo-a-su-medida.html
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