El año que ahora comienza es, sin duda, una prueba de fuego para la economía mundial, para la europea y, muy en particular, para la economía española. Los grandes países de la UE, con la excepción del Reino Unido y España, han salido ya de la recesión y han empezado a dar los primeros pasos hacia la el crecimiento económico. Pero lo que se plantea ahora es si la recuperación es sólida, y estamos ante el comienzo de la salida de la crisis o, simplemente, es un espejismo producto del impacto de las multimillonarias medidas aplicadas por los Gobiernos de todo el mundo y, por tanto, su retirada puede dar al traste con la ansiada reactivación. No son pocos los que advierten de la fragilidad del crecimiento y de la posibilidad de nuevas recaídas.
El comportamiento de los distintos países a un lado y otro del Atlántico es dispar, como es dispar el impacto de la crisis no solo entre los países desarrollados y los emergentes, sino incluso dentro de la propia Unión Europea. De hecho España, sin ser una isla, y compartiendo algunas características con el resto de países europeos, afronta la salida de la crisis desde una perspectiva diferente, con sus propias peculiaridades, la principal, el mercado de trabajo y la explosión de la burbuja inmobiliaria.
La crisis se ha llevado por delante más de 1,6 millones de puestos de trabajo y la lista sigue aumentando
Alemania y Francia comenzaron a crecer ya en el segundo trimestre de 2009. El conjunto de la zona euro y de la Unión Europea mostraron las primeras cifras positivas de actividad en el tercer trimestre del ejercicio y Estados Unidos ha vuelto también a la senda positiva de avance del PIB en la segunda mitad de este ejercicio.
La economía española, sin embargo, continúa inmersa en la recesión, pero el ritmo de caída ha ido descendiendo a medida que avanzaba el año y los expertos auguran que a primeros de 2010 o, como muy tarde, a mitad del año, el PIB comenzará a tener ritmos de crecimiento positivos.
En todo caso, para el conjunto del ejercicio, la economía española será una de las pocas de Europa que continuará en negativo, según las previsiones de los principales organismos internacionales y del propio Gobierno español.
Las estimaciones más optimistas, las del equipo económico de Rodríguez Zapatero, apuntan a un decrecimiento del PIB de tres décimas en el conjunto de 2010. También la OCDE comparte esta estimación, mientras el consenso de analistas que publica la Fundación de las Cajas de Ahorros, Funcas, duplica la caída hasta el -0,6%. La previsión del FMI es incluso algo peor —una contracción de la actividad del 0,7%— y la más pesimista es la de la Comisión Europea, que prevé un crecimiento negativo de ocho décimas para el conjunto de 2008. España, por tanto, continuará perdiendo riqueza en el año que ahora comienza, pero a menor ritmo.
Continúa el aumento del paro
El problema español, sin embargo, no es tanto la profundidad de la recesión —las caídas del PIB en este año 2009 han sido mayores en otros países de la Unión y en el conjunto de la zona euro— como su impacto en la destrucción de empleo y en el deterioro de las cuentas públicas. Los analistas de dentro y fuera de nuestras fronteras colocan el mercado de trabajo y la sostenibilidad de las finanzas públicas como los dos principales problemas a los que tendrá que hacer frente la economía española en los años venideros. Volver a recuperar los niveles de empleo y de paro que España tenía antes de la crisis y sanear las cuentas públicas será, sin duda, una tarea de titanes en la que tendrán que esmerarse los inquilinos de la Moncloa no solo en esta legislatura.
Y es que la crisis ha hecho estragos en una economía que durante quince años ha navegado a velocidad de crucero. De ser el milagro de la economía europea, el alumno más aventajado de la zona euro, la envidia de nuestros vecinos durante la pasada década, hemos pasado a ser calificados como «el hermano pobre de la UE». La tasa de paro en España, que llegó a situarse en el 8,3% de la población activa en 2007, supera ya, apenas dos años después, el 19%. Casi uno de cada cinco ciudadanos en edad de trabajar en España están en paro, cifra que duplica la media de nuestros vecinos europeos. Y aunque 2010 sea el año de la recuperación, se seguirá destruyendo empleo y eso hace estragos no sólo en las cuentas públicas, tensionadas por las prestaciones que hay que pagar a un número cada vez mayor de parados, sino en la propia confianza de los ciudadanos, con los efectos que esto tiene sobre el consumo y el despegue de la actividad. De hecho, son pocos los expertos que se atreven a augurar cuándo la economía española crecerá a ritmo suficiente para crear empleo.
Los grandes países de la zona euro ya han tenido crecimientos positivos. España todavía sigue inmersa en la recesión
El Gobierno reconoce, en este sentido, que el principal problema que tiene España en materia de empleo es que tras la crisis muchos ciudadanos que trabajaban en la construcción no podrán volver a sus antiguos puestos y tendrán que reciclarse hacia otras actividades. «Nada volverá a ser como antes», reconoce el Ministerio de Economía, de ahí que Rodríguez Zapatero haya convertido el cambio de modelo productivo en una de sus prioridades y haya puesto todo su empeño en la aprobación de la ley de Economía Sostenible que podría tener la luz verde definitiva antes del próximo verano. Los expertos advierten, no obstante, que el modelo productivo no se cambia por ley y tampoco de la noche a la mañana, de modo que pocos efectos podemos esperar del proyecto estrella del presidente del Gobierno para el año que estamos a punto de estrenar.
Uno de los factores que condicionan las perspectivas de crecimiento de la economía española es, precisamente, el proceso de redimensionamiento del sector inmobiliario, que continuará durante 2010. La actividad del sector se encuentra limitada por el exceso de oferta que, según apunta el último informe del BBVA sobre la situación de la economía española, sólo podrá comenzar a reducirse a comienzos de 2010. En este sentido, el BBVA es moderadamente optimista y cree que la rebaja de tipos y la caída de los precios de la vivienda podría dinamizar la demanda y acortar el proceso de ajuste que todavía no se ha producido. Según datos de la tasadora Tinsa, los precios de la vivienda han caído ya un 14% desde su punto más álgido.
Las finanzas públicas, desbordadas
Las finanzas públicas, por su parte, continúan desbordadas. El Gobierno confía en empezar a reducir los números rojos ya y para ello ha aprobado una subida de impuestos de unos 6.500 millones de euros en 2010 y un ligero recorte del gasto del Estado. No obstante, el déficit público superará el 10% del PIB este año y, prácticamente nadie, salvo el propio Ejecutivo, cree que estas cifras vayan a reducirse en 2010. El problema, además, es que mientras el Gobierno central hace algunos ajustes en sus gastos, la mayoría de las comunidades autonómas han aprobado presupuestos expansivos. Y aquí el diagnóstico es unánime: o todas las administraciones se aprietan el cinturón o será muy difícil volver a la estabilidad. Y los mercados advierten que eso puede tener costes para financiar la deuda.
Si 2009 ha sido el año en el que hemos vivido peligrosamente, en el que hemos sufrido la recesión más larga de nuestra historia, en el que los precios han estado en tasas negativas durante ocho meses consecutivos por primera vez en nuestra historia, en el que se han destruido más de un millón de empleos y en el que el gasto público se ha desbordado; 2010 puede ser el año de la recuperación o el del estancamiento de la actividad económica, está por ver, pero de lo que no hay duda es de que no será el año de la recuperación del empleo.
Publicado en: http://www.abc.es/20091230/economia-/peor-paso-salvo-para-200912302202.html
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