Los datos de la encuesta de población activa (EPA) ponen de manifiesto el buen comportamiento de la economía española, pero también ofrecen señales de agotamiento del modelo actual, según el autor. En su opinión, esto debe llevarnos de nuevo a la senda de las reformas laborales.
Cerrados los datos de 2006, la encuesta de población activa (EPA) sigue poniendo de manifiesto el buen comportamiento de nuestra economía en lo que a creación de empleo se refiere. Pero también que las sombras que comenzaban a perfilarse se confirman y, por tanto, que la evolución registrada responde a las previsiones que desde la entrada en vigor de la última reforma laboral pudieron, por los sectores más críticos con la misma, formularse.
Nos encontramos, en efecto, con un leve aumento de la actividad y del empleo. En el último trimestre, las tasas correspondientes crecieron un 0,10% y un 0,07% (un 1,05% y un 1,26% en términos anuales). Ello lleva la tasa de actividad al 72,33% y la de empleo al 66,20%, aún alejada, esta última, de los objetivos comunitarios de Lisboa (el 70% para 2010). El desempleo, sin embargo, conoce un leve repunte, el 0,15%, si bien con disminución en términos anuales del 0,40%, lo que lleva la tasa de desempleo a un mínimo histórico del 8,30% (8,34 si consideramos la población de 16 a 64 años).
La situación, sin embargo, es muy distinta para el empleo masculino y el femenino. Si en relación con el primero estamos cercanos al pleno empleo (lo que implica que es algo que se ha conseguido ya en varias regiones), con una tasa de paro del 6,09% (con disminución anual del 0,59%, si bien con un ligero repunte en el último trimestre, del 0,02%) y con una importante tasa de empleo, que alcanza ya el 77,38%, el empleo femenino sigue siendo nuestro gran problema. La tasa de empleo femenino se mantiene muy baja, el 54,77%, aunque con aumentos tanto trimestrales como anuales (0,66% y 1,94%), y el desempleo sigue siendo elevado, el 11,36%, habiéndose incrementado en el trimestre un 0,24%, aunque manteniendo la disminución anual (un 0,25%).
Otra de la sombras que ya se habían señalado se adensa: el paro entre los extranjeros crece, a pesar de que también crece la actividad entre los mismos. Su tasa de paro se sitúa en el 12,02%, con aumentos tanto en el trimestre como en el año (1,17% y 1,79% respectivamente). Repárese en que se alcanza entre la población extranjera una tasa de paro que prácticamente duplica la general masculina y que es superior también, en casi un punto porcentual, a la femenina. Si tenemos en cuenta que su tasa de actividad es considerablemente superior a la media, deberían comenzar a encenderse algunas señales de alarma. Y no solamente porque junto a la aportación al crecimiento y al empleo de la población inmigrante haya que empezar a contabilizar su consumo de prestaciones sociales, sino también porque suele tratarse de trabajadores de escasa cualificación, con dificultades para la reinserción laboral y carentes de una red social o familiar de apoyo como la que tradicionalmente han tenido los españoles.
Por otra parte, en lo que se refiere a la calidad del empleo, la contratación indefinida ha crecido, tanto en términos trimestrales (un 1,50%) como anuales (un 3,87%), pero la temporal, si bien disminuye en el trimestre un 1,64%, crece todavía en términos anuales a mayor velocidad que la indefinida (un 4,08%). Ello hace que la tasa de temporalidad siga muy alta: un 33,8%, con disminución sólo de ocho décimas respecto del trimestre anterior, disminución por lo demás en la que concurren factores estacionales e inferior a la que tuvo lugar el mismo trimestre del año anterior. Junto a ello, hay que reseñar el fuerte crecimiento del trabajo a tiempo parcial femenino (con aumentos del 7,20% y del 4,07% trimestral y anualmente).
Si tenemos todo esto en cuenta, así como las cifras de incremento del desempleo en la construcción y sobre todo en los servicios (en el primer caso, del 3,34% y del 2,83% en el trimestre y en el año, y en el segundo del 7,90% y del 7,01% respectivamente), el comportamiento de la industria (en la que, manteniéndose la disminución del desempleo en términos anuales, de un 7,02%, se produce sin embargo un repunte en el trimestre del 3,20%), y las significativas diferencias regionales (los buenos registros de Madrid, Murcia, Comunidad Valenciana y Andalucía contrastan llamativamente con los de Baleares, La Rioja o Extremadura), podemos tener la sensación de un cierto agotamiento del modelo.
Quienes venimos defendiendo desde hace tiempo la necesidad de reformas estructurales bastante más incisivas de las que se han producido, sostuvimos, tras la reforma laboral, que la evolución previsible de nuestro mercado de trabajo conocería incrementos moderados de la actividad y del empleo, un ligero repunte del desempleo, y un aumento de la contratación indefinida (sobre todo en los primeros momentos de aplicación de la reforma) pero también de la temporal, con sólo una leve disminución de la tasa de temporalidad.
Ello debería llevarnos de nuevo a la senda de las reformas laborales y debería hacer que nuestros interlocutores sociales, que acaban de suscribir un magnífico documento (el Acuerdo para la Negociación Colectiva 2007), pasen de las musas al teatro y avancen decididamente por los caminos sugeridos en el mismo.
Federico Durán López
http://www.cincodias.com/articulo/opinion/evolucion/empleo/cdscdi/2007
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